No sufras sola: quienes
padecen HG cuentan con ayuda.
La novelista inglesa
Charlotte Brontë murió de forma espantosa en 1855. Débil, exhausta y esclava de
incesantes náuseas y vómitos durante meses, la frágil escritora era incapaz de
tolerar comida o agua, pese a sus intentos de reunir fuerzas.
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Deshidratada y
delirante, sin medicina que pudiera salvarla, Brontë murió en su cuarto mes de
embarazo por los efectos de una enfermedad que todavía hoy ocasiona sufrimiento
a mujeres embarazadas. Es la Hiperemesis Gravídica: náuseas y vómitos
persistentes, exagerados, que pueden darse a lo largo de todo el embarazo y en
algunos casos, terminan en aborto voluntario.
“Un reyezuelo habría pasado hambre con lo que
ella comió durante esas últimas seis semanas”, se dice que había afirmado una
amiga de Charlotte. Si no son tratadas, las pacientes con Hiperemesis pierden
peso porque no son capaces de comer o beber sin vomitar.
Sydney GP y la Dra.
Melinda Griffiths (ambas víctimas de HG) comparan la sensación con un combate
continuo contra la gastroenteritis. “Es como estar en la cúspide del vómito,
pero sin tregua”.
“Sientes tu boca
salivando, sientes muchas, muchas náuseas. No consigues estar a gusto. Es como
si estuvieras atascada en ese punto porque después de vomitar, puedes sentir
algo de alivio pero será muy breve. Yo me sentía bien durante cinco, diez minutos
y entonces volvía otra vez. Es como si
estuvieras atrapada en esa etapa semana tras semana”, dice la Dra. Griffiths.
En 2010 las mujeres se
libran, en general, del destino fatal de
Brontë gracias a la administración intravenosa de fluidos y medicación contra
las náuseas, pero nadie sabe realmente por qué esta enfermedad aqueja hasta a un
3% de las mujeres en estado.
Se ha sugerido que una
agudizada sensibilidad a la hormona humana de la gestación (gonadotropina
coriónica) en sangre podría ser la culpable. Pese a que existen muchas
incógnitas, se conocen algunos factores
de riesgo como haber sufrido anteriormente Hiperemesis o estar embarazada de
mellizos. La tasa de repetición se estima en hasta un 95%.
Una genetista de la
Universidad de California del Sur, graduada en Harvard y antigua paciente, la
Dra. Marlena Fejzo, cree que los genes tienen algo que ver. Las investigaciones
de la Dra. Fejzo indican que aquellas mujeres cuyas madres sufrieron
Hiperemesis tienen un 30% más de posibilidades de padecerla ellas también,
siendo un 20% cuando quienes la hayan sufrido sean sus hermanas.
“La gente cree
erróneamente que hago esto para contar con una prueba genética, pero no es esa
la razón”, dice la Dra. Fejzo. “Aunque eso podría obtenerse también, la verdadera
razón es que una vez que encontremos los genes que predisponen a sufrirla,
tendremos una idea de la causa biológica de la Hiperemesis”.
La Dra. Griffiths
vomitó sangre a lo largo de 10 semanas de Hiperemesis y
sufrió una devastadora pérdida de peso. Se recuperó bien y tuvo un hijo sano.
Pero tan pronto como contó a los demás su situación, afloraron historias sobre
interrupciones voluntarias de embarazo.
“Cuando estaba muy
enferma, hubo dos compañeras cercanas que fueron encantadoras y comprensivas
con mi enfermedad y me contaron que ellas habían terminado por abortar porque
sentían que no podían más, tan mal se sentían”, dice la Dra. Griffiths.
“No creo que pueda dar
cifras sobre el número de mujeres que abortan, pero estoy convencida de que es
una realidad”. Alrededor del 15% de mujeres con HG entrevistadas por la
Fundación HER dijeron que habían decidido abortar debido a la enfermedad al
menos en una ocasión.
La Dra. Griffiths, que
fue hospitalizada 3 veces durante el embarazo y que sufrió depresión hasta que
desapareció la enfermedad, cree que este tema de náuseas y vómitos severos
durante el embarazo se trivializa. Dice que las mujeres en estado afectadas
deberían buscar atención médica.
“No podía trabajar…
Guardaba cama. Mi marido volvía a casa al final del día, vaciaba el vómito de
la palangana y me preparaba una comida que inevitablemente acababa vomitando
también y me ayudaba a ducharme por la mañana. Creo que vi a dos amigos en todo
ese tiempo porque estaba absolutamente abrumada por lo que me estaba pasando y
apenada porque un embarazo tan deseado me había convertido en una
persona-vómito incapaz de hacer su trabajo o comunicarse adecuadamente con
nadie”, dice la Dra. Griffiths.
Sydney Hole, madre de
dos niños, tuvo náuseas y vómitos terribles a lo largo de sus embarazos, pero
dice que intentó quitarle importancia porque pensaba que eso formaba parte del
hecho de tener hijos y que tenía que ser estoica y no quejarse.
“Creo que las
principales razones por las que tuve días realmente malos fueron la
deshidratación y el agotamiento”, dice Hole. “Tenía los nervios destrozados. No
tenía energía para mí, mi pareja o mi hijo. Sentía que no les proporcionaba lo que
necesitaban y sospecho que probablemente sufrí depresión”.
Malavika Vaikunta, de
Bellevue Hill, que sufre Hiperemesis por tercera vez y espera dar a luz el
próximo mes, dice que la enfermedad la obligó a dejar su trabajo durante el
embarazo.
“Nueve meses es mucho
tiempo para ser dominado por algo que no debería ser otra cosa que una experiencia
placentera y feliz”, dice Vaikunta.
“Cosas tan básicas
como ducharme, bañar a mi hijo, lavarme el pelo, etc., constituían un reto
enorme durante la etapa más crítica de mi enfermedad. Entrar en tiendas de
alimentación, pasar por delante de un restaurante o ver un anuncio de comida en
la tele podían desencadenar la náusea. Sólo quería dormir, todo el rato, en una
habitación oscura, y despertar un día y tener al bebé. Era una sensación
debilitante. Algunos días me sentía como si el suelo se escurriera bajo mis
pies”.
La Dra. Debra Kennedy,
genetista clínica y directora de MotherSafe, dice que esa postura de las
mujeres de que el embarazo tiene que “aguantarse” es elaborada a menudo por profesionales
sanitarios poco comprensivos y reacios a aconsejar medicación. MotherSafe
recomienda a las mujeres que inicien un tratamiento que combine Doxylamina (que
ayuda a dormir) y vitamina B6, que es un tratamiento considerado seguro.
La obstetra de Sydney,
la Dra. Siobhan Lee dice que la gran mayoría sufre en silencio, no busca
atención médica y la enfurece que la Hiperemesis y las náuseas y vómitos en el
embarazo “sean ignorados como algo transitorio y sin consecuencias, salvo
cuando alguna ha de ser ingresada”.
“Creo que existe en la
sociedad una especie de complacencia con respecto a las náuseas y vómitos en el
embarazo y la Hiperemesis Gravídica y también la convicción de que todo esto
forma parte de la gestación y por lo tanto hay que lidiar con ello. Esta posición
es de poca ayuda o dañina más bien, porque contribuye a que muchas mujeres no
pidan ayuda”, dice la Dra. Lee.
No todos los
tratamientos implican medicación, dice, la acupuntura, el sueño, la ingesta
regular, la vitamina B6 y el jengibre está demostrado que ayudan.
La nutricionista
clínica Tabitha McIntosh coincide con la Dra. Lee. A menudo trata a sus
pacientes con raíz de jengibre, vitamina B6 o cromo y recomienda snacks ricos
en proteínas cada tres horas, si se toleran.
La Dra. Lee cree que
tiene peso el argumento genético de la Hiperemesis y también la obstetra Sandra
Lowe, que trabaja en el Hospital Royal para Mujeres y en el Hospital Privado Prince of Wales y ve dos o tres casos de Hiperemesis a la
semana.
La Dra. Lowe apunta
que un tratamiento agresivo suele ser efectivo y puede ser administrado sin
riesgos al principio del embarazo. En el Hospital Royal para Mujeres, el
tratamiento incluye medicación e hidratación intravenosa en una unidad de día.
Las mujeres deberían saber que se puede
hacer mucho para reducir su sufrimiento y prevenir síntomas futuros,
dice.
“Creo que uno de los
aspectos más duros de sufrir Hiperemesis es estar descontrolada”, dice la Dra. Lowe. “No puedes
gestionar tus síntomas. No puedes comer, no puedes beber. Te llenas de
pensamientos negativos sobre el embarazo y el bebé. La forma de gestionar esto es
apoyar a las mujeres y devolverles el control”.
Los médicos y
obstetras de guardia necesitan ser mejor instruidos sobre la Hiperemesis y las
mujeres necesitan ser más dinámicas a la hora de reconocer cuándo necesitan
ayuda, dice la Dra. Lowe.
“Frecuentemente se les
dice a las mujeres que aguanten, que es parte del embarazo”, dice la Dra. Lowe.
“La educación es esencial tanto para la identificación como para el manejo de
esta enfermedad pobremente interpretada. Culpar a la mujer, desde luego, no
ayuda”.
En el Hospital Royal Prince
Alfred se han introducido guías de práctica clínica para tratar a mujeres
embarazadas que acudan al servicio de urgencia con náuseas y vómitos severos. El
especialista en personal de emergencias, Dr. Kendall Bein, dice que el
departamento de urgencias cuenta con una unidad de ingresos de corta duración
que los médicos pueden usar para casos de Hiperemesis y que este nuevo enfoque
devuelve a las mujeres algo de control sobre la enfermedad.
“Aplicamos una
estrategia basada más en el principio de intentar que permanezcan bien en
comunidad. Preferimos tratarlas rápida y eficazmente antes de que se pongan
peor y puedan volver a casa en unas horas en buen estado”, dice el Dr. Bein.
70% de mujeres
embarazadas sufren náuseas y vómitos
0.3%-3% de mujeres
embarazas experimentan HG
5% del peso
corporal – la pérdida de peso mínima en mujeres con HG
16 semanas el período de la gestación en que la HG suele
estabilizarse en la mayoría de las mujeres. Una minoría sufre síntomas graves
hasta el parto
15.2% de mujeres
con Hiperemesis que participaron en el estudio de la Fundación HER (para la
investigación de y la educación en HG) afirmó haber abortado a causa de la HG
al menos en una ocasión
95% la tasa de
recurrencia de la HG
Charlotte
Brontë
(1816- 1855)
“Fue atacada por
nuevas sensaciones de náusea interminable, y mareos recurrentes. Después de
esto que había durado algún tiempo, cedió al deseo de Mr Nicholl (su marido) de
que un médico la viera. Vino éste y le
asignó a su terrible indisposición una causa natural; un poco de paciencia y
todo iría bien. Ella, que nunca fue paciente con la enfermedad, trató de
aguantar y aguantar. Pero la espantosa enfermedad creció y creció, hasta que la
mera visión de la comida le provocaba náuseas…
Martha atendía a su
señora con ternura y de vez en cuando intentaba animarla diciéndole que el bebé
estaba de camino. “Me atrevo a decir que seré feliz algún día”, decía ella,
“pero estoy tan enferma, tan cansada.” Entonces (Martha) la llevaba a la cama,
estaba demasiado cansada para incorporarse… Pasaron largos días y noches aún
más largas. Seguían las implacables náuseas y la debilidad… Alrededor de la
tercera semana de marzo se produjo un cambio. Comenzó el delirio e inmersa en
él, suplicaba comida constantemente… Ahora tragaba ansiosamente, pero ya era
demasiado tarde”.
De Vida de
Charlotte Brontë, escrita por su amiga Elizabeth Gaskell.